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Por qué la gratitud puede transformar tu vida

4 claves para practicarla y experimentar sus beneficios

Hoy quiero desafiarte. Invitarte a salir de esa zona de confort en la que a veces nos encontramos sin ser muy conscientes de ello. Y es que es normal: muchas veces es más fácil prestar atención a lo que nos falta en vez de valorar todo lo que ya tenemos.  Uno de nuestros grandes retos es tener la voluntad para dar gracias por las cosas buenas de nuestra vida.

¿Cuánto duró tu satisfacción por aquella gran oportunidad que se te presentó? ¿Recuerdas a menudo aquel evento donde lo pasaste genial? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste agradecida por rodearte de buenas personas?

Algun@s pensarán que solo se puede ser agradecido una vez que se «encuentre» la fuente de la felicidad, pero lo que te propongo en este artículo es justo lo contrario: empezar a practicar la gratitud para sentirte más feliz. Para ello cabría aclarar que la gratitud no es solo una emoción, también es un hábito que se puede desarrollar hasta convertirse en un rasgo de carácter que sin duda repercutirá en tu felicidad.

A través de la gratitud reconocemos las cosas positivas de nuestra vida, ya sean tangibles o intangibles, y actuamos en consecuencia. En otras palabras, la gratitud es algo que sentimos y que también nos impulsa a la acción. Su expresión es el agradecimiento y se manifiesta de muchas formas, pero aquí me quiero detener a aclarar algo…

¿La gratitud consiste en decir «gracias» por todo?…¡De ningún modo!

La idea no es dar gracias indiscriminadamente, sino hacer un ejercicio de observación y honestidad para identificar todo aquello por lo cual estamos agradecidos. Se puede agradecer a los demás por lo que hacen y por lo que son; se puede dar gracias a la vida o a las circunstancias por permitirnos ser, hacer y tener. Y no menos importante, se puede agradecer a un@ mismo, por lo que eres, lo que haces y lo que haz logrado…

También tiene cabida agradecer por cosas que pueden parecer sencillas o que solemos dar por hecho: tener buena salud, un techo, familia y amigos, libertad, estudios, trabajo, poder contemplar la naturaleza, intercambiar una sonrisa,  no sentir dolor, disponer de la luz del sol y de agua,  ¡estar viv@s! y así podríamos nombrar cientos de cosas.

Si bien siempre se puede encontrar algo por el qué sentirse agradecido, la mente humana tiene un sesgo de negatividad natural que permite que  las experiencias negativas, así como los pensamientos y las emociones que las acompañan, tengan un mayor impacto psicológico sobre las cosas positivas. Pero…¿se puede vencer ese sesgo de negatividad?

La buena noticia es que ¡sí! La forma de equilibrar ese sesgo es cultivar el hábito de la gratitud. ¡Ojo! No es necesario barnizar toda situación con un exceso de positivismo, solo hay que empezar a fijarse en lo que ya es positivo por sí mismo. A continuación te comparto algunas claves para comenzar a incorporarlo en tu vida:

1. Comienza a hacerte consciente de lo positivo. Pon atención a tu alrededor ¿qué puedes identificar que merezca ser apreciado? Cuando paramos un momento podemos ser más conscientes y  encontrar más detalles por los cuales manifestar gratitud. A veces basta con poner atención en el instante actual, lo que estás haciendo, pensando, sintiendo. Otras veces puedes encontrar belleza y gratitud en el exterior:  quizá la forma en que el sol se refleja en una superficie, las hojas del otoño, presenciar el florecimiento de una planta en tu balcón….

2. Expresa con palabras lo que aprecias de la gente. Intenta agradecer abiertamente a tu amig@, novi@, familiar, compañer@ o a cualquier persona que haya hecho algo importante por ti, quizá por ese detalle que marcó la diferencia o incluso por su amabilidad. Es verdad que podrías requerir cierta dosis de valentía porque a veces tenemos muy arraigada la costumbre  de no expresar cosas positivas, incluso a los más cercanos. Lo positivo es que con este ejercicio verás rápidamente potenciada tu inteligencia emocional. No se trata de decir «gracias” cuando te devuelven el cambio en la tienda, sino de una gratitud mucho más profunda y consciente.

3. Plasma la gratitud en tu diario. Escribe las razones por las que te sientes agradecid@. Puedes hacer el ejercicio de poner tres cosas cada día. Esta práctica te ayudará a concentrarte en las cosas positivas y aumentará tu fortaleza interior, lo que te servirá para alcanzar las metas que te hayas propuesto. También puedes agradecer a alguien de tu pasado que haya influido positivamente en tu vida. Tomarte un momento para reconocer en silencio todo lo que tienes, puede transformar tu vida.

4. Contagia la gratitud a los demás. Cuando preguntas a tu amig@ qué fue lo mejor de su día o cuando expresamos a nuestra pareja lo que apreciamos de ella, estamos haciendo un ejercicio que repercutirá en un aumento de nuestra percepción de bienestar y mejorará notoriamente nuestras relaciones. Además, preguntarle a tus seres queridos sobre las razones por las que se sienten agradecidos tiene un efecto de rebote que puede ayudarlos a descubrir y practicar la gratitud.

5. ¡No te olvides de ti! También es posible (y necesario), agradecerte a ti mism@.  Con el auto agradecimiento aprendes a respetarte, a sentirte a gusto contigo mism@, ¡es con quien pasarás el resto de tu vida! Haz de la autovaloración una prioridad. Puedes por ejemplo hacer el ejercicio de mirarte en el espejo mientras te arreglas y pensar en algo que hayas hecho bien recientemente o en algo que te gusta de ti, poco a poco comenzarás a experimentar una mayor sensación de valía personal.

Dicho lo anterior te enumero una serie de beneficios derivados de la gratitud:

  • Es una vacuna contra el pesimismo:  la gente agradecida se concentra en lo que sí tiene, y no en lo que le hace falta. Con un poco de práctica, se vuelve un súper poder que nos permite enfocarnos principalmente en los detalles positivos que nos rodean.  
  • Permite más y mejores relaciones sociales:  cuando hacemos una costumbre de expresar gratitud hacia el otro, le damos un motivo para que a su vez sienta gratitud hacia nosotros, generando un círculo virtuoso que fortalece los vínculos y puede llevar a nuevas oportunidades.
  • Mejora la salud física y psicológica: la gratitud reduce emociones tóxicas, tales como la envidia, el resentimiento, la frustración y el remordimiento. En su lugar, incrementa la felicidad y reduce la depresión. También se ha estudiado que la gente con este hábito experimenta menos dolores y aflicciones y presenta mayor interés por mantenerse saludable contribuyendo a una mayor longevidad.
  • Más empatía y menos agresión: la gratitud genera un comportamiento pro-social y mejora la capacidad para ser generoso y compasivo. Se ha comprobado que las personas agradecidas presentan mayor sensibilidad y empatía incluso en las ocasiones en que otra persona pueda comportarse poco amable.
  • ¡A dormir mejor!: un estudio demostró que las personas que dedicaban 15 minutos escribiendo sentimientos gratos antes de acostarse reportaron dormirse más rápido, descansar por más tiempo y tener una mejor calidad de sueño. ¿Por qué no intentarlo?
  • Adiós a las comparaciones negativas con los demás: la gratitud reduce las comparaciones sociales y se concentra en la propia valía, aumentando la autoestima. En lugar de guardar resentimiento hacia las personas que tienen más dinero o un mejor trabajo, las personas agradecidas son capaces de apreciar los logros de otras personas.
  • Incremento de la fuerza mental.  la gratitud no solamente reduce el estrés, sino que juega un papel importante en la superación de eventos traumáticos. Reconocer que tenemos cosas qué agradecer, incluso durante los peores momentos, incrementa y fortalece la resiliencia.

*Gracias a la revista Psychology Today.

Conclusión

Cuando apreciamos lo bueno que nos pasa, hacemos que aumente de valor. Y cuando ignoramos o damos por hecho los regalos vitales que nos envuelven, lo bueno se deprecia y devalúa. Desafortunadamente, esto puede ocurrirnos con cierta frecuencia deteriorando nuestra calidad de vida o haciéndonos perder el foco.

Por otro lado, si tomamos conciencia de todas las sencillas razones que la vida nos regala a diario es posible sentirnos naturalmente afortunad@s. El darlas por sentado atenta contra la incuestionable abundancia en la que vivimos, porque sí, la gratitud apela a la abundancia, nos estimula a adaptarnos a las nuevas circunstancias y nos ayuda a combatir las situaciones negativas. Es como abrir una puerta que dejará entrar el bienestar, la paz y el equilibrio emocional.

Además, practicar la gratitud siempre tendrá un efecto multiplicador. Al valorar y agradecer las cosas positivas, las buenas personas, oportunidades y nuestros sueños cumplidos,  continuaremos atrayendo motivos por los que dar gracias.

Convertir la gratitud en un hábito nos hará sentirnos más satisfechas con nuestra vida, ¿te atreves a experimentarla?

Pascualina

4 claves para practicarla y experimentar sus beneficios

Hoy quiero desafiarte. Invitarte a salir de esa zona de confort en la que a veces nos encontramos sin ser muy conscientes de ello. Y es que es normal: muchas veces es más fácil prestar atención a lo que nos falta en vez de valorar todo lo que ya tenemos.  Uno de nuestros grandes retos es tener la voluntad para dar gracias por las cosas buenas de nuestra vida.

¿Cuánto duró tu satisfacción por aquella gran oportunidad que se te presentó? ¿Recuerdas a menudo aquel evento donde lo pasaste genial? ¿Cuándo fue la última vez que estuviste agradecida por rodearte de buenas personas?

Algun@s pensarán que solo se puede ser agradecido una vez que se «encuentre» la fuente de la felicidad, pero lo que te propongo en este artículo es justo lo contrario: empezar a practicar la gratitud para sentirte más feliz. Para ello cabría aclarar que la gratitud no es solo una emoción, también es un hábito que se puede desarrollar hasta convertirse en un rasgo de carácter que sin duda repercutirá en tu felicidad.

A través de la gratitud reconocemos las cosas positivas de nuestra vida, ya sean tangibles o intangibles, y actuamos en consecuencia. En otras palabras, la gratitud es algo que sentimos y que también nos impulsa a la acción. Su expresión es el agradecimiento y se manifiesta de muchas formas, pero aquí me quiero detener a aclarar algo…

¿La gratitud consiste en decir «gracias» por todo?…¡De ningún modo!

La idea no es dar gracias indiscriminadamente, sino hacer un ejercicio de observación y honestidad para identificar todo aquello por lo cual estamos agradecidos. Se puede agradecer a los demás por lo que hacen y por lo que son; se puede dar gracias a la vida o a las circunstancias por permitirnos ser, hacer y tener. Y no menos importante, se puede agradecer a un@ mismo, por lo que eres, lo que haces y lo que haz logrado…

También tiene cabida agradecer por cosas que pueden parecer sencillas o que solemos dar por hecho: tener buena salud, un techo, familia y amigos, libertad, estudios, trabajo, poder contemplar la naturaleza, intercambiar una sonrisa,  no sentir dolor, disponer de la luz del sol y de agua,  ¡estar viv@s! y así podríamos nombrar cientos de cosas.

Si bien siempre se puede encontrar algo por el qué sentirse agradecido, la mente humana tiene un sesgo de negatividad natural que permite que  las experiencias negativas, así como los pensamientos y las emociones que las acompañan, tengan un mayor impacto psicológico sobre las cosas positivas. Pero…¿se puede vencer ese sesgo de negatividad?

La buena noticia es que ¡sí! La forma de equilibrar ese sesgo es cultivar el hábito de la gratitud. ¡Ojo! No es necesario barnizar toda situación con un exceso de positivismo, solo hay que empezar a fijarse en lo que ya es positivo por sí mismo. A continuación te comparto algunas claves para comenzar a incorporarlo en tu vida:

1. Comienza a hacerte consciente de lo positivo. Pon atención a tu alrededor ¿qué puedes identificar que merezca ser apreciado? Cuando paramos un momento podemos ser más conscientes y  encontrar más detalles por los cuales manifestar gratitud. A veces basta con poner atención en el instante actual, lo que estás haciendo, pensando, sintiendo. Otras veces puedes encontrar belleza y gratitud en el exterior:  quizá la forma en que el sol se refleja en una superficie, las hojas del otoño, presenciar el florecimiento de una planta en tu balcón….

2. Expresa con palabras lo que aprecias de la gente. Intenta agradecer abiertamente a tu amig@, novi@, familiar, compañer@ o a cualquier persona que haya hecho algo importante por ti, quizá por ese detalle que marcó la diferencia o incluso por su amabilidad. Es verdad que podrías requerir cierta dosis de valentía porque a veces tenemos muy arraigada la costumbre  de no expresar cosas positivas, incluso a los más cercanos. Lo positivo es que con este ejercicio verás rápidamente potenciada tu inteligencia emocional. No se trata de decir «gracias” cuando te devuelven el cambio en la tienda, sino de una gratitud mucho más profunda y consciente.

3. Plasma la gratitud en tu diario. Escribe las razones por las que te sientes agradecid@. Puedes hacer el ejercicio de poner tres cosas cada día. Esta práctica te ayudará a concentrarte en las cosas positivas y aumentará tu fortaleza interior, lo que te servirá para alcanzar las metas que te hayas propuesto. También puedes agradecer a alguien de tu pasado que haya influido positivamente en tu vida. Tomarte un momento para reconocer en silencio todo lo que tienes, puede transformar tu vida.

4. Contagia la gratitud a los demás. Cuando preguntas a tu amig@ qué fue lo mejor de su día o cuando expresamos a nuestra pareja lo que apreciamos de ella, estamos haciendo un ejercicio que repercutirá en un aumento de nuestra percepción de bienestar y mejorará notoriamente nuestras relaciones. Además, preguntarle a tus seres queridos sobre las razones por las que se sienten agradecidos tiene un efecto de rebote que puede ayudarlos a descubrir y practicar la gratitud.

5. ¡No te olvides de ti! También es posible (y necesario), agradecerte a ti mism@.  Con el auto agradecimiento aprendes a respetarte, a sentirte a gusto contigo mism@, ¡es con quien pasarás el resto de tu vida! Haz de la autovaloración una prioridad. Puedes por ejemplo hacer el ejercicio de mirarte en el espejo mientras te arreglas y pensar en algo que hayas hecho bien recientemente o en algo que te gusta de ti, poco a poco comenzarás a experimentar una mayor sensación de valía personal.

Dicho lo anterior te enumero una serie de beneficios derivados de la gratitud:

*Gracias a la revista Psychology Today.

Conclusión

Cuando apreciamos lo bueno que nos pasa, hacemos que aumente de valor. Y cuando ignoramos o damos por hecho los regalos vitales que nos envuelven, lo bueno se deprecia y devalúa. Desafortunadamente, esto puede ocurrirnos con cierta frecuencia deteriorando nuestra calidad de vida o haciéndonos perder el foco.

Por otro lado, si tomamos conciencia de todas las sencillas razones que la vida nos regala a diario es posible sentirnos naturalmente afortunad@s. El darlas por sentado atenta contra la incuestionable abundancia en la que vivimos, porque sí, la gratitud apela a la abundancia, nos estimula a adaptarnos a las nuevas circunstancias y nos ayuda a combatir las situaciones negativas. Es como abrir una puerta que dejará entrar el bienestar, la paz y el equilibrio emocional.

Además, practicar la gratitud siempre tendrá un efecto multiplicador. Al valorar y agradecer las cosas positivas, las buenas personas, oportunidades y nuestros sueños cumplidos,  continuaremos atrayendo motivos por los que dar gracias.

Convertir la gratitud en un hábito nos hará sentirnos más satisfechas con nuestra vida, ¿te atreves a experimentarla?

Pascualina

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