Los pasos de Pascual Della Calabazza sonaban por el pasillo emitiendo un eco en las paredes que semejaba al ritmo de un reloj antiguo marcando los segundos que faltan para una hora aciaga. El animo que habitaba en él en esos momentos era negro, pesado. Como si el destino que le esperaba se adelantara poco a poco, sentía como el instinto vital abandonaba su cuerpo cada vez que las suelas de sus pies golpeaban la losa fría del camino que lo separaba del cadalso.

Lo escoltaba una cuadrilla de sphinges que caminaban a su lado en silencio. La luz de las antorchas que iluminaban el pasillo le daba a sus rostros de bronce un aspecto que le hizo pensar en ángeles de la muerte conduciéndolo hacia el final de su vida.

Había pasado la noche […]